Las historias de vidas son tan distintas como cada persona en el mundo, no todos tienen la misma trayectoria, es más, ni entre hermanos existe la misma forma de vivir, lo mismo sucede con las películas; algunas pueden hablar de una chica afgana que se revela ante la sociedad talibán o de un señor mexicano que hace todo para sobrevivir en unos baños de vapor; así la cinta de este post, excéntrica y poco común, sobre un transexual griego: “Strella, más que una mujer”.
Estrella es un joven transexual que se enamora de un ex marino recién salido de la cárcel, acosándolo para tener sexo con él, quien queda prendado cuando la escucha en un show interpretando canciones de la gran Callas. Por otra parte, Estrella ayuda a sus compañeros y a su mentora transexual que muere lentamente de cáncer; los personajes se enfrentan a la discriminación, prostitución, al abandono de hogar y a los tabúes de una sociedad conservadora, sobre las filias en el núcleo familiar y literal.
La cinta no cuenta con gran presupuesto debido a que es independiente, pero la fotografía es muy buena, la iluminación es de masas, ya que alumbra en forma natural, la narrativa es tonal, pues se centra en la prosopopeya de los personajes; asimismo, los montajes predominantes son narrativos; el filme es dirigido por Panos H. Koutras, quien lo hace de maravilla; el confuso guión fue escrito por Panajotis Evangelidis y el mismo Panos H. Koutras; destaca en la actuación Mina Orfanau, el transexual, que no sé si lo sea en la vida real, con la voz de un ángel, insegura, con miedos, pero promiscua; Yannis Kokiasmenos es quien le da vida a Yiorgos, el marinero confundido, reprimido y con miedo.
La verdad no es la gran producción, pero es un excelente proyecto para abrir la mente y dejar de sentirse único en el mundo, además, el amor siempre traspasa fronteras y, en este cinta, no será el único límite que traspase.
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