El cucú biológico…
Tiempo es una palabra
que empieza y se acaba,
que se bebe y se termina,
que corre despacio y pasa deprisa.
que empieza y se acaba,
que se bebe y se termina,
que corre despacio y pasa deprisa.
De un periodo para acá parece que los años vuelan, los 365 días con los que cuentan son sólo instantes, probablemente influye el cambio de horario, aunque adelantar y atrasar el tiempo definitivamente repercute en nuestro reloj biológico.
Es así como llegué a los 25, donde el tiempo simplemente surcó. Ahora frecuento fiestas infantiles, bautizos y lugares nada similares a lo que solía ser mi diversión (bares, cerveza y música). No tengo nada en contra de las personas mayores a treinta años, casados y padres de familia, pero ellos insisten en adelantar mi reloj.
No obstante, nuestro cuerpo está regido por un reloj biológico, también llamado ritmo biológico, biorritmo o reloj circadiano, localizado en el núcleo supraquiasmático (NSQ) en el hipotálamo medial. Éste regula actividades como el sueño, la adaptación en el tiempo, el hambre, los estados emocionales e intelectuales, nos dicta cuándo ser padres, entre muchas otras cosas.
Se dice que debido a la disminución de la fertilidad a partir de los 28-30 años, tanto mujeres como hombres experimentan el deseo de ser padres. Tú cuerpo lo pide, así como en un día de calor pide líquido para regular la temperatura, o dormir después de un día agotador; de la misma forma pide un bebé.
Hoy en día, las mujeres deciden postergar la maternidad, la media: los 35 años. A pesar de que estudios revelan que al posponerla, el embarazo se expone a algunos riegos como menor posibilidad de concebir, un parto complicado o dar a luz un niño con ciertos trastornos cromosómicos como Síndrome de Down; las cifras de embarazos en mujeres de 35 años siguen al alza, pero no es un fenómeno nuevo.
Desde la década de los 70, el National Center for Health Statistics resgitró que entre 1978 y 1997, la tasa de nacimientos subió un 90 por ciento en mujeres de 35 a 39 años. Situación muy similar a la actual.
Pero… Al igual que los relojes de mano, pared y digitales ¿nuestro reloj biológico puede descomponerse?
Lo pregunto porque al faltarme tres años para llegar a los 28, mis prioridades son otras, mi reloj biológico brilla por su ausencia, pese a que todos se han empeñado en decir que aún soy joven, que ya llegará el momento de desear un bebé, etcétera.Probablemente nací sin un reloj biológico o se averió en el camino, aunque es poco probable, ya que si hubiese fallado me hubiera ocasionado trastornos importantes de comportamiento como sueño, depresión, pérdida de la memoria y cansancio, entre otros.
La realidad es que existen mujeres para quienes la maternidad jamás ha sido una prioridad, no encabeza su lista de deseos ni metas, lo que no significa que no tengan un reloj circadiano que trabaja 24/7, simplemente no necesitan un bebé para sentirse plenas, pues ya lo son.


