sábado, 24 de abril de 2010

Zona Cero con Ángel Solís!!

El Cíclope que Muestra Todo…

En América Latina la mayoría de nosotros somos educados por los padres, por la escuela, por la iglesia y por la sociedad, pero hay un educador más que es omnipresente en casi todos los hogares, que nos muestra elementos de la vida diaria: nos “informa” para guiarnos entre la sociedad, en algunos casos recibimos mediante él nuestro primer referente para valorar las cosas o las personas; nos entretiene en nuestros ratos de ocio; nos ilusiona; y nos hace ver que la vida es sencilla y disfrutable: la televisión.

La palabra viene del griego “tele” (distancia) y del latín visio (visión), algo así como ver a distancia; pero no sólo nos limitamos a ver la televisión, sino que permitimos que nos informe, nos entretenga y nos influya.

Pero, ¿en realidad nos informa? La información es tanta y tan variada que muchas veces produce lo contrario: desinforma. También desensibiliza al espectador; por ejemplo, el temblor en Haití que afectó a muchísimas personas y que a muchos noticiarios les sirvió para obtener más rating a costa del sufrimiento ajeno, a los pocos días fue desplazado por el terremoto en Chile, que a su vez ya ha sido relegado por la fiebre del mundial de futbol que se avecina y por el destape homosexual de cantantes populares.

Acontecimientos uno tras otro y en todos los campos: política, espectáculos, finanzas, tragedias, muertes, deportes, cosas chuscas en la red… todavía no asimilamos uno cuando éste ya ha sido desplazado por otro. He oído a personas preguntar: ¿Cómo va la guerra de Irak?, pero lo curioso es que lo preguntan como si fuera un capítulo más de alguna serie o algún marcador deportivo.

Por otra parte, ¿nos entretiene la TV? Sí. La televisión es muy buena para eso: 24 horas de espectáculo; artistas declarando su homosexualidad para llamar la atención; infidelidades entre personas de la farándula; cirugías fallidas de glúteos o senos; reality shows que explotan el voyeurismo; programas de concursos que nos tienen al filo del asiento; videos musicales con más glúteos y senos; telenovelas con historias rosas que nos desvían de la vida real; comerciales que hacen que aumente nuestro deseo de consumir a la vez que dañan nuestra autoestima, y así muchos otros ejemplos…

La crítica no es sobre el entretenimiento que nos ofrece la TV, sino sobre el tipo de entretenimiento que nos ofrece.

Finalmente, ¿la televisión nos influye? Existen múltiples investigaciones científicas que aseguran que sus contenidos producen comportamientos violentos en niños y adolecentes; sin ir tan lejos en tan complejos estudios, ¿cuántas veces no hemos escuchado a personas de cualquier edad y clase social usar palabras que usan en la televisión?, o personas que se visten o comportan como algún personaje que ven ahí.

La televisión se ha ganado a pulso adjetivos como “La caja idiota” o “Telebasura”, entre muchos otros.

Otro gran problema es cómo se usa la televisión, ya que si las personas la aprovecharan debidamente, podría ser un instrumento maravilloso de comunicación. En el caso de quienes emiten los mensajes, una posible solución sería que no sólo se enfocaran en entretener e informar, sino en educar y comunicar. Educar en el sentido de ampliar el horizonte de comprensión del televidente ofreciéndole contenido en sus programas, interactuando con él, y darle información valiosa que realmente le sirva en la vida real.

Cambiar la simple información, es decir la emisión de datos, por la comunicación mediante una retroalimentación entre la televisión y el televidente. Así podría cambiar la percepción que tenemos de ella, y pasar de calificativos como “la caja idiota” a “el cíclope que muestra todo.”

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