domingo, 31 de enero de 2010

A Través del Espejo con Lucía Plascencia!!

Sweet 25

Los XV años (en Latinoamérica) y los sweet sixteen (en Estados Unidos) significan un festejo importante para las chicas que cumplen 15 ó 16 años porque se cree que se deja atrás la niñez para entrar a la madurez.

Esta celebración se remonta al siglo XIX, en Inglaterra y Francia, donde se realizaban bailes para presentar ante la sociedad a las jóvenes (de 14-16 años). El fin de esto era conseguir futuros esposos, objetivo que en la actualidad se ha extinguido (al menos en algunas partes del mundo).

Pero… ¿A los 15 ó 16 las jóvenes son realmente maduras? Si les preguntáramos a ellas la respuesta sería: SÍ. Y probablemente tenga razón: la madurez, al menos la sexual, se alcanza con la llegada de la pubertad, la cual es un proceso que conduce a la fertilidad y por ende es considerado el fin de la niñez.

Sin embargo, para la mayoría de los adultos, los 15 ó 16 años no son más que una etapa de inmadurez vil. Al mirar hacia atrás (10 años) e intentar recordar cómo era yo en aquella época, qué pensaba, cómo me vestía, etcétera, me encuentro con una chica que se sentiría sumamente ofendida al escuchar que alguien la llamara inmadura. Definitivamente la Lucía de 15 años se sentía toda una mujer y tenía todo el apoyo que necesitaba: un grupo de chicas (de la misma edad, evidentemente) que respaldaba aquella idea.


¡La realidad es difícil de comprender!

El título de este post resume mi pensamiento, Sweet 25, que me resultó mucho más adecuado. A los 25 somos todas unas mujeres, los cambios hormonales ya no nos acechan (o al menos no tanto como antes), ¡por fin hemos aceptado que tendremos que vivir con la menstruación por lo menos otros 25 años más!, nuestro cuerpo está por demás aprobado: faldas cortas, pantalones ajustados, tacones, tops, blusas transparentes, etcétera: ¡You name it!

Aún cuando lamento escribirlo, es necesario escucharlo y la realidad de la que les hablo no es sol, fiestas y margaritas (o la bebida de su elección) ¡No! Ahora está planteada con otros términos y símbolos, e identificada con este instrumento:

Figura 1.2

Así es mis queridísimas, el Papanicolau (PAP), una realidad al cumplir 25. Éste debe realizarse en cuanto comienzas a ser sexualmente activa, y de no serlo, los 25 es la fecha para iniciar las visitas al ginecólogo.

A partir de la citada edad debemos realizarnos un Test de Papanicolau, al menos una vez por año. Con este procedimiento pueden prevenirse enfermedades como el cáncer cérvico uterino, de ahí su importancia.

La pregunta obligada es ¿en qué consiste y por qué algunas mujeres se rehúsan a llevarlo acabo?

De acuerdo con la explicación médica de algunos sitios en Internet, el PAP consiste en los siguientes pasos:

• El médico o una enfermera inserta suavemente un espéculo vaginal lubricado (mejor conocido como “pato”, es un instrumento que mantiene abierta la vagina [Figura 1.2]).
• Posteriormente, el especialista examina las paredes de la vagina para ver si existe inflamación, alguna lesión o infección.
• A continuación se toma una muestra del cérvix utilizando un pequeño cepillo o hisopo.
• Después de algunos días, el médico entrega los resultados de este estudio.

Son cuatro sencillos pasos. No puedo comprender por qué alguien no querría hacerlo; la señora de la siguiente imagen parece muy feliz…

Claro, olvidé mencionar un punto importante, ¡debes estar desnuda! Tu vagina estará a dos centímetros de la cara de una persona extraña (no estoy segura cuántos centímetros son exactamente, pero en mi próxima visita calcularé la distancia entre mi vagina y la ginecóloga)... en verdad aún se preguntan por qué existen mujeres que se niegan a este tipo de revisiones, en lo personal me ha quedado muy claro.

Ahora nos enfrentamos a otro reto por superar, dejar de lado la timidez, para esto pequeños puntos de reflexión que creo pueden ayudar:

• Asegurarnos que todo está bien con nuestra vagina es lo más importante, pues estar saludables en todos los aspectos hará de nuestra vida algo mejor.
• Luego de dos años el o la ginecóloga conocerá tu vagina incluso mejor que tú, quién mejor que el/ella para despejar dudas.
• Si los dos puntos anteriores aún no te convencen, plantéate lo siguiente: ¿cuántas vaginas habrá visto en su vida? Una más no hará ninguna diferencia, probablemente ni recuerda la tuya.

Aceptemos que tendremos que vivir con el PAP hasta los 70 años… hagan cuentas y verán que aún nos queda mucho camino por recorrer. Afrontemos la realidad como todas unas valientes.

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