¿Orgullo o exhibicionismo?

El fin de semana pasado (28-29 de junio), en diferentes partes del mundo se celebró el Día Internacional del Orgullo LGBT (lésbico, gay, bisexual y transgénero), en dicha conmemoración se llevaron acabo diferentes marchas y manifestaciones alrededor del mundo, lo cual significó que países con la India por primera vez tuvieran una celebración antes este día ya que en ese país la homosexualidad esta prohibida legalmente.
Esta conmemoración se lleva acabo desde hace poco más de 20 años recordando los disturbios de Stonewall (Nueva York, EE. UU., 1969), que marcan el inicio de la liberación homosexual. En algunos países la fecha original puede cambiar en caso de coincidencia con otros eventos locales muy importantes.

La noción básica del «orgullo gay» consiste en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera que sea su sexo u orientación sexual. El término escogido («orgullo»), tiene probablemente más sentido, desde un punto de vista filológico, en inglés que en español. En efecto, la idea que parece transmitir este concepto es más bien la de una dignidad intrínseca de cada ser humano, que no debe verse afectada por su conducta ni orientación sexuales. En tal sentido, la traducción más correcta debería ser dignidad gay.
No obstante no todo es miel sobre hojuelas en este Día, ya que esta celebración tiene sus detractores, y no me refiero a los homo fóbicos y las personas que rechazan a los gay, sino que dentro de la comunidad homosexual algunos rechazan la noción de orgullo gay, pues perciben en ella un énfasis excesivo en la orientación sexual que no consideran importante y una falta de discreción, modestia y sumisión lo que eventualmente podría perjudicar a la moral pública, las creencias religiosas o incluso la propia causa de los derechos de los homosexuales al reivindicar demasiado alto los derechos.
Proponen, en cambio, evitar un activismo estridente a fin de incorporar más fácilmente el discurso por la no diferencia de los homosexuales a las ideas comunes que marca la opinión pública. Otros críticos ven en la noción de orgullo una suerte de desprecio hacia la identidad de cada individuo, pues cada uno –incluso cada homosexual— vive su orientación sexual sin necesidad de identificarse con un estereotipo determinado y por tanto los que tienen una identidad gay deberían llevarlo más discretamente.
Estas corrientes críticas recalcan, además, que la exhibición del orgullo implica comportarse como los homosexuales estereotipados, denotados por su pluma y afeminamiento
Sin embargo a pesar de que estamos apunto de terminar la primera década del siglo XXI, los actos homo fóbicos en el mundo siguen a la orden del día, quién imaginaria que cuando el mundo avanza a pasos agigantados en cuestiones de tecnología, ciencia, entre otras ramas, la ideología en contra de la homosexualidad siga siendo de total rechazo y retrograda.
A pesar de que se han logrado avances en diferentes partes del mundo en cuestiones de legislación y de apertura de las cuestiones laborales para los gays, la sociedad muchas veces se niega a aceptarlos, personalmente me he topado con gente que no solamente los rechaza, sino que también su disgusto llega al punto de la repulsión hacia estas personas, lo cual siempre provoca un gran enojo en mí, ya que creo fehacientemente que las personas valen por su calidad humana, por sus valores e inteligencia, no por su condición económica o su orientación sexual, en el mundo pueden existir personas buenas o malas y no necesariamente los buenos son heterosexuales y los malos son homosexuales.
Como en toda diversidad, el respeto es la base de la convivencia sana, no nos lleva a ningún lugar fomentar actos de homofobia o racismo, pues finalmente aquí o allá encontraremos diferentes maneras de pensar y de ser en las personas, de todo existe en este mundo.