Quiero ser Rockstar…
El Rock nació con un carácter transgresor hacia el sistema ideológico dominante, y no sólo manifestó el descontento hacia las grandes academias de música y estilos, sino que en sus letras desarrolló toda una crítica a la moral y a los usos y costumbres.
Asimismo, quienes desarrollaron el Rock como género, moldearon sus comportamientos y su imagen, los cuales resultaron incompatibles e inaceptables con las personas ajenas a esto. De ahí que, determinados integrantes de los grupos musicales, comenzaron a tomar con fuerza, la actitud desafiante y los comportamientos irreverentes que tanto resaltan en sus actos cotidianos.
Al estar en desacuerdo con los patrones de conducta y pensamientos impuestos, resulta normal la búsqueda y el desenvolvimiento de la identidad, de todo aquello que sea diferente, opuesto o bien, único y original. Por ello, los modales inapropiados, incómodos y molestos de los músicos como: eructos, escupitajos, insultos con palabras altisonantes, reyertas, consumo de sustancias ilegales, beber en público y señas obscenas con las manos, en un principio, fue una de tantas maneras de transgresión. Todo ello, fue la delimitación de su personalidad con el exterior y resultó al mismo tiempo una experiencia catártica, pues esos modales comenzaron como parte de un discurso en contra del orden establecido.
Con el tiempo, el sistema opresor se sintió expuesto y frágil en su ideología, por parte de los grupos de resistencia, oposición y también musicales, sin embargo, descubrieron las formas adecuadas para manipularlos precisamente a través de dichos comportamientos en su contra.
Lawrence Grossberg, a principios de los 90 esbozó la historia de la cultura popular y de cómo este género fue absorbido por el sistema conservador, participó con un ensayo en Rock y música popular, políticos, políticas, instituciones en el que define la transformación de la intención del género y la imagen de los grupos. Grossberg explica que una de las estrategias para manipular a la música, fue llevada a cabo por el consultor político Lee Atwater del Partido Republicano en Estados Unidos a finales de los 80, quien tocó la guitarra eléctrica para varios conciertos de Rock y de Blues:
“Dos comentarios valen la pena destacar: Primero, asumir que la introducción de Atwater a la cultura del rock fue planeada o, al menos, sancionada por los mercadólogos del Partido Republicano. Segundo, Atwater ayudó a construir la fantasía del rock entre las personas: ser poderoso, manipulador y ―aunque con las políticas equivocadas― ser estrella de rock.”
Atwater, en definitiva, revistió al género de la fama potencial de pisar la alfombra roja, le dio el carácter hedonista que no tenía y el mismo sistema capitalista erradicó la parte subversiva, al convertirlo en Marketing y volverlo popular. De ahí que esa imagen inaceptable, ahora sea aceptable, al menos en occidente y entre los que sí pisan la alfombra roja; se ha vuelto normal llegar a la habitación del hotel y destrozarla, orinar al público, golpear a las novias, entrar y salir constantemente de los centros de rehabilitación para la adicción a las drogas y alcohol, ya hasta el hecho de escupir es motivo de una fotografía millonaria.
La transgresión con la que surgió, ahora en muchos grupos es una pose, es un comportamiento esquematizado. El Rockstar es la figura más establishment que existe, es un diseño planeado y no contiene ninguna propuesta ideológica, es simplemente imagen sin contenido y redituable para el comercio.