domingo, 18 de septiembre de 2011

EROS con Emma Ramírez!!

El Lado Oscuro del Sexo...

“La primera ley que me indica la naturaleza es deleitarme a costa de quien sea”.
Marqués de Sade, escritor y filósofo francés

En ocasiones pasadas, he escrito sobre temas encaminados hacia el enriquecimiento de la vida sexual, pero en esta edición, toca el turno a lo que en demasía llega a perjudicar la relación e incluso al individuo, hablo de las parafilias: el lado oscuro del sexo, ¿por qué nombrarlo así? El límite que lo separa de una obsesión y una forma de aumentar el placer en el coito, es una línea muy delgada entre lo patológico y lo permisible.

La palabra proviene del griego pará: ‘al margen de’; y filía: ‘amor’, aunque en la actualidad se utiliza para referirse a una desviación sexual. Hablar de su origen es controversial: a finales del año 1700 las parafilias eran muy comunes, para muestra, el Marqués de Sade, de quien, por cierto, procede el nombre de una de las parafilias más comunes: el sadismo. Explicar las causas de estos desórdenes es causa de discusión, sin embargo, según la psicología, hay 3 factores en el inconsciente que los desencadenan:

• Voluntad de poder: en donde el individuo debe demostrarse a sí mismo que tiene mayor poder o superioridad sobre su víctima.
• Riesgo: El implicado en el acto parafílico que genera una excitación.
• Desquite: Existe un sentimiento de revancha como una reparación del daño que sufrió durante su infancia, y lo acompañan la hostilidad y el resentimiento.

¿Cuántas parafilias existen? El conteo es arduo, pero basta decir que las hay de la A a la Z, literalmente. Unas más exóticas, como la astrafilia (atracción por los truenos y relámpagos), y otras más comunes, como el fetichismo (placer que se obtiene a través de los objetos), por citar algunas. Pero, para entenderlas mejor, podemos irnos por la tipificación; tiempo atrás, se consideraba desviación sexual a aquella que no tuviera penetración vaginal, tales como la masturbación y la homosexualidad, pero desde la liberación sexual de los años 70, la clasificación se amplió y la Asociación Norteamericana de Psiquiatría las catalogó en típicas y atípicas.

Entre las típicas se encuentra el travestismo, placer que se obtiene al vestirse con ropas del sexo opuesto; sadismo, generar dolor físico en la pareja; masoquismo, provocar lesiones y humillaciones en uno mismo; fetichismo, necesidad de objetos o partes del cuerpo para alcanzar la excitación; zoofilia, coito con animales; exhibicionismo, goce de ser visto; voyerismo, contrario al exhibicionismo: disfrute de ver; y la pedofilia, aquella que usa a los niños.

Las atípicas como la coprofilia, coprofagia y urología, se relacionan con las heces fecales y la orina; el froterismo, frotar genitales contra personas generalmente desconocidas; y la necrofilia, mantener coito con cadáveres.

¿Cuál es el límite de las parafilias? Nadie puede negar que previamente al coito existan mordiscos, la admiración por alguna prenda íntima y todo aquello que nos ayude a elevar la excitación, pero el confín de referidos estímulos, para convertirse en una patología, aparece cuando uno de los amantes se obsesiona por practicarlo sin respetar la dignidad y los deseos de su pareja para alcanzar placer: la parafilia se convierte en el fin y no en el medio para obtenerlo.

Las parafilias que no dañan a terceros o donde la pareja está de acuerdo, no necesita tratamiento; caso contrario a las personas que se obsesionan y dañan a su pareja, a terceros e incluso a ellos mismos.

Para saber más, revisen los siguientes libros: Versiones y Perversiones: claroscuros de la sexualidad humana, de la doctora Anabel Ochoa; y 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade, éste como ejemplo de las parafilias que dicho personaje practicaba. Y también les recomiendo la película La Secretaria, claro modelo del sadomasoquismo consensuado.
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