domingo, 1 de agosto de 2010

Zona Cero con Ángel Solís!!

Llegaste a mi vida, mi mensajero (III)…

Tiene poco tiempo que decidí utilizar lo que veía que muchos disfrutaban: el messenger. No entendía cómo a través de unas simples líneas de texto y caritas podía darse una relación de amistad.

Esta nueva manera de comunicarse es un cambio significativo en nuestra especie, ya que los elementos para poder sociabilizar son: la presencia y el contacto. Estos dos elementos han sido reemplazados por la posibilidad de conectarse al internet y disfrutar de una charla con personas conocidas o desconocidas, que en una situación cara a cara no se daría de la misma manera, lo que en cierto grado es positivo, pues a veces nos sinceramos más mediante este medio que en una charla directa.

Las ventajas del mensajero son muchas, por ejemplo, una comunicación continua, económica y prolongada. Además, poder comunicarse con personas elegidas de antemano y poner condiciones como el estar ocupado, ausente o desconectado (aunque no siempre sea cierto).

El ambiente en el que los jóvenes prefieren usar el messenger es, fundamentalmente, su hogar, por ende, se sienten seguros y se desinhiben con más facilidad de manera algo infantil (lenguaje de abreviaturas, onomatopeyas, emoticones, etc.). Los muchachos buscan "conectarse" a un espacio propio, que les ofrece multitud de posibilidades, aunque corren el riesgo de aislarse.

Pese a que se recurra al alfabeto para la comunicación, todas las características ya descritas, separan claramente este medio del tradicional género escrito. Esta escritura está cada vez más corrompida por modos de comunicar propios de la red: abreviaciones, simbologías, emoticones, etc.; simbología que poco a poco ha conformado un nuevo lenguaje que deja a una generación de padres "iletrada" en el uso de estas tecnologías.

Tal vez se gane más destreza en mover las manos, coordinar ideas e imaginar nuevas formas de comunicar y escribir en un teclado, sin embargo, se pierde la cultura escrita y el uso adecuado del leguaje; se pasa de la galaxia Gutenberg a la galaxia Bill Gates.

Otro factor que se ha encontrado en las charlas por messenger son los malos entendidos. Esto se debe a la falta de información (cuando no hay cámara) extralingüística: la mirada, los gestos espontáneos, el timbre y la entonación de la voz; elementos trascendentales a la hora tanto del malentendido como de la desinhibición.

Esa información perdida por el medio, esa riqueza que nos brinda la presencia, esa amplitud de tonos, matices, timbres, entonaciones, es la que aún no puede estar presente y que vuelve la experiencia de la interpretación una experiencia difícil y proclive al error.

La necesidad de responder rápidamente y en ocasiones simultáneamente, da como resultado espontaneidad y desinhibición, que tal vez incrementa nuestra creatividad, pero también perjudica la reflexión de lo que se ha dicho.

Otra cara del messenger es que se puede jugar con el anonimato y con la incertidumbre de saber quién te escribe gracias a los nickname, que es la sensación de encarnar otra persona o un personaje que nos hemos fabricado.

En conclusión, el mensajero es un medio muy bueno para sociabilizar, conocer personas y a la mejor hasta enamorarse, no obstante, nunca va a suplantar la vida real y existe el peligro de creer que es el único medio para ser social, algo que nos puede aislar de las personas que nos rodean.

Aquí la reflexión sería: ¿Cómo serían las cosas si pudiéramos sociabilizar y ser sinceros en la vida real como lo hacemos en el mensajero?
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