domingo, 23 de agosto de 2009

A Través del Espejo con Lucía Plascencia!!

Erecto Invernadero

En esta ocasión hablaremos de algo que todos tenemos (son dos pero existen personas que llegan a tener tres), antes de presentar este elemento común les pido que imaginen la siguiente situación:

Es un día cualquiera, deciden ir a matar el tiempo a una plaza comercial, conforme van recorriéndola comienzan a notar un común denominador en cada escaparate: además de que la ropa está diseñada para tallas cero, todos y cada uno de los maniquíes mujer tienen pezones erectos.

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, un maniquí es un armazón en forma de cuerpo humano, que se usa para probar, arreglar o exhibir prendas de ropa. Con el tiempo han procurado reflejar de la manera más fiel al ser humano…

Sí claro, ¿ahora resulta que nosotras siempre estamos así?

Probablemente en un mundo creado por hombres.

Para regresar a la realidad, permítanme comentarles que existen muchas razones para que los pezones se erecten.

En el primer post de este espacio mencionamos que nuestro cuerpo responde a estímulos, pero no sólo a los de tipo táctil, también reacciona a variaciones en la temperatura.

Todos hemos escuchado alguna vez una conversación de hombres, al referirse a los pezones de una mujer: “Trae las luces altas”, “Me tiró las altas”, “¿Tienes frío?” o alguna sandez similar.

Aunque a nosotras como mujeres nos parezca una idiotez fuera de lugar, no están alejados de la realidad.

Si bien “luces altas” no es la mejor analogía existente, el frío definitivamente ocasiona que los pezones, tanto femeninos como masculinos, sobresalgan sin que esto sugiera excitación.

El seno o mama se compone de dos partes: el pezón. Área pigmentada central de la mama, la cual contiene numerosas terminaciones nerviosas […] Y la areola: área circular oscura que rodea el pezón de la mama. Ambas partes están llenas de terminales nerviosas, que ante cualquier estímulo responden y como ya mencionamos, se ponen firmes.

Es importante indicar que el pecho de los hombres es menos sensible que el de una mujer. Sus tetillas responden con menor intensidad a la excitación sexual, a la estimulación táctil o al frío.

Otras consecuencias típicas del frío son la piel de gallina, el castañeteo de los dientes y un ligero color azul en uñas y labios. Mientras los ejemplos anteriores pueden observarse en ambos sexos, existen dos víctimas exclusivas de los hombres.

¡Adivinaron! Los testículos y pene son receptivos y se contraen ante estímulos variados, sobre todo a los cambios de temperatura, con corrientes de viento o sensaciones frías que parecen disminuir casi a la mitad su tamaño.

El responsable de lo anterior es el músculo cremaster, que se localiza entre el pliegue de la ingle y las bolsas testiculares, actúa como el termostato de los testículos porque responde a los cambios de temperatura, cuando hace frió se contrae para acercar los testículos al calor del cuerpo y cuando hace calor se relajan para alejarlos. Todo esto con la única finalidad de mantener vivos a los espermatozoides y con ello (intentar) preservar la especie.

Ante calor intenso, lloviznas, nieve, vientos fríos, situaciones embarazosas etcétera, nuestro organismo intentará mantener una temperatura constante de 37°C, al ser mayor excretará sudor para nivelarla y al ser menor, se erectarán y disminuirán algunas cosas para calentarse.

Mi consejo: practiquen el amor al aire libre y experimenten estos cambios.

Referencia:

- Crooks, Robert L. y Karla Baur, NUESTRA SEXUALIDAD, International Thomson Editores.
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