domingo, 29 de marzo de 2009

Sensual Espiritual con Victoria Dunajev!!

Una marca de dolor en la piel

Crueldad, una palabra ofensiva para muchos pero lujuriosa o decadente para otros. Este término mezclado con sexualidad da como fin último una experiencia hablada por muchos, entendida por pocos, el sadismo.

Una de las parafílias más conocidas por la sociedad mundial, pero también más odiada, por no decir aborrecida, por muchos.

Placer por medio del dolor, así se podría definir, de una forma fácil, el sadismo, pues es mucho más que un simple golpe, cachetada o rasguño, va más allá del estado físico, en varias ocasiones llega al límite emocional.


La palabra sadismo proviene del gran escritor francés de los siglos XVI-XVII, Donatien Alphonse François, mejor conocido como el Marqués de Sade. Muchos podrán tener su opinión acerca de este autor, pero en verdad es una pauta cuando de actos crueles se trata.

Sade mediante sus libros como Julieta, Justina y su obra cumbre, respecto al tema del sadismo, Las 120 jornadas de Sodoma, muestra ese lado cruel, algunos lo pueden llamar insensible de los seres humanos.

Este autor maneja muchos ejemplos, algunos como sacar ojos, torturar con fuego y ácido, cortar penes o incluso coser vaginas, son sólo algunos de los métodos que se manejan en los libros citados.

Una de las situaciones manejadas en el sadismo es la posición de amo—esclavo. Es en ese momento cuando una pareja decide, o en varios casos se viola la libertad de alguna persona y se le toma como esclavo, jugar o someterse a la voluntad del otro, con esto de “esclavizarse” se debe entender aceptar todos los golpes o cualquier cosa que el amo desee para calmar su apetito sexual.

La conducta sádica va más allá del terreno del sexo, ya que también se encuentra arraigada de manera emocional en muchas personas. Sólo con demostrar una conducta agresiva, depresiva, cruel y desconsiderada antes los demás o ante sí mismo se puede notar la tendencia sádica de algunos.

Puede ser un trastorno sexual o una forma límite de gozar de la sexualidad, pero lo importante es experimentar o respetar a las parejas que lo ejercen.

También se deben de tomar decisiones consientes y elecciones concisas a la hora de aceptar participar en el juego sexual del sadismo, pues rompe barreras frágiles entre el placer y el dolor, entre un simple juego y algo serio.

Cuando comienza a disfrutar el dolor, no se puede parar. Es una sensación íntima con uno mismo, un placer de mirar la crueldad y el sufrimiento de un esclavo, de alguien que sólo esta para servir, para darte el anhelado placer, para jugar a vivir como si lo tuvieras todo.

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